11 enero, 2008

 

El le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió:

"Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.


 

Alain, dijo...

No se puede razonar con los fanáticos. Hay que ser más fuerte que ellos.


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